Jueves, 09 Enero, 2025

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Felicidades

Opinión

Cecilia Durán Mena

Este año, se dio una coincidencia en las fechas de las fiestas cristinas y judías. Navidad y Hanukkah son fiestas religiosas en el calendario de las tradiciones judeocristianas muy  importantes y sólo han coincidido cuatro veces desde 1900. El nacimiento de Cristo y la festividad en la que se encienden las velas e inicia el nuevo año para los judíos es una ocasión magnífica para el compromiso interreligioso, la celebración de la coincidencias, el júbilo de la fe más allá de las diferencias y de las perspectivas distintas.

Decimos ¡Felicidades!, o ¡Felices fiestas! Para ser incluyentes, para hacer un ejercicio de tolerancia. Al menos, esa era la intención inicial. Sin embargo, en el centro de las fiestas decembrinas hay una vocación central: una celebración profunda que no debemos olvidar. Se trata de una fiesta espiritual para quienes se apegan a estos ritos celebratorios. En un afán de no excluir a quienes no son parte, hemos agregado elementos seculares para que quepan en todos los festejos. Santa Claus, esa gran invención de Coca Cola puede llegar a las casas de los judíos, los cristianos, los musulmanes, los budistas los agnósticos, los ateos o de cualquier tipo de hogar. Cabe en todas las tradiciones.

Claro que no podemos soslayar que Santa Claus llega en Nochebuena a dejar regalos bajo el arbolito de Navidad. Esta tradición de decorar un abeto, nos llega desde Alemania. Usando Bonifacio taló uno para dedicarlo a Thor, pero después de leer el evangelio, lo resignificó como una señal de paz y vida eterna. Lo adornó con manzanas y velas para representar dones y luz. El árbol de Navidad es una tradición cristiana que se ha adoptado por muchas personas con distintas formas de pensar.

No obstante, es importante designar a las festividades por su nombre para darles ese acento conmemorativo que tienen. Navidad para los cristianos es el advenimiento de Dios en el mundo, es el deseo de encarnar y tomar la naturaleza humana para vivir con y entre nosotros. Es, en palabras sencillas, un acto de amor y la evidencia para los que seguimos la fe cristina de la amorosa compañía que nos llega de lo alto y nos lleva a un jugar de bendiciones.

Hanukkah es la festividad de las velas para la tradición judía. Es el inicio de un año nuevo. Es empezar una vez más, teniendo la oportunidad de corregir, enmendar. En esta celebración los judíos celebran la recuperación del templo y su segunda edificación. Es una fiesta de luces, en la que se encienden velas en una menorah.

Al decir ¡Feliz Navidad! O ¡Feliz Hanukkah! Estamos reconociendo lo que realmente estamos festejando, los valores que sostenemos y que en muchas tradiciones son compartidos. Es la honra de nuestros legados.

Darnos un abrazo en el que, más allá del rito que practiquemos, y en el que podamos interesarnos en cuál es la felicitación que estamos celebrando es ir más allá de lo superficial, es entrar en la comprensión del otro y ser feliz de entender su perspectiva. Si hiciéramos eso, tendremos la verdadera noche de paz, noche de amor.

¡Feliz Navidad! ¡Feliz Hanukkah! Que nuestras diferencias se reconozcan no debe ser motivo de separación, que nuestras coincidencias sean motivo de unión. Y que en esa unidad conquistemos el respeto que todos merecemos.



 

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