Hazmerreír
Cuando al presidente López Obrador se le escucha decir que no quiere ser el hazmerreír de nadie, como que nos gana la risa. De un tiempo para acá, se ve al mandatario descolocado al aparecer en las mañaneras. Resulta tan extraño entender cómo, Andrés Manuel se esconde en la figura presidencial para sostener que no es tapadera de nadie, que él es el representante del Gobierno —y tiene toda la razón—, pero no le interesa violar la ley a pesar de tener el honor que le dieron las urnas de ser el titular del Poder Ejecutivo. Cómo que no se le ve ubicado, cómo que no sabe dónde está ni lo que representa.
En realidad, el hecho de que Andrés Manuel haya mostrado documentos confidenciales que vienen del Sistema de Administración Tributaria es un despropósito que dejó peinado de raya en medio a detractores y a simpatizantes, a liberales y a conservadores. Fue una forma clara y flagrante de decir que la confidencialidad vale dos cacahuates y que más vale marchar derechitos por los carriles de las ideas presidenciales o, de lo contrario, saldrán trapitos al sol. Mucha de su cantera de votantes sintió que se les arrugó el ombligo y es que en términos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público nada es para que se tome a broma.
El tema tributario es delicado. Los contribuyentes debemos de tener ciertas garantías. Lo mismo los pequeños que los grandes contribuyentes. Pero, me imagino que más de alguno habrá sentido que la piel se le pone de gallina al imaginar que sus operaciones pueden ser expuestas y señaladas, que la presunción de inocencia se puede violar por voluntad presidencial y que el representante del Estado Mexicano es capaz de pasarse por alto las leyes con tal de llevarse un punto a su favor.
En ese México estamos, en ese mismo que al compadre se le trata con suavidad y delicadeza, mientras que a los demás se les aplica la ley. Pues, está visto que ya ni eso queda. Don Benito Juárez, a quien López Obrador admira tanto, sostenía que “No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes”. Entonces, cuando desde el púlpito de las mañaneras, imaginamos la efigie del Benemérito de las Américas, ya nos va empezando a ganar la risa.
Preocupa y se nos quita la risa, cuando vemos a un presidente que parece haber perdido el norte y a sus comparsas aplaudir mientras ponen cara de susto. Es muy triste ver cómo ni Santiago Nieto ni Olga Sánchez Cordero le tienen miedo al juicio de la Historia, no le advierten a su jefe que ese no es un buen camino. Por su parte, el grupo de senadores del PAN, junto con el Comité Estatal del partido en Tamaulipas, indicaron en comunicados y redes sociales que al presentar una orden de aprehensión en contra de un Gobernador que aún contaba con la protección del fuero constitucional, no sólo se rechaza el fallo del ministro González Alcántara, sino que “se produce un rompimiento del orden constitucional y se pone en riesgo el Pacto Federal” en la República.
Desde luego, desde las trincheras morenistas están celebrando entre porras y jitanjáforas, los desaciertos de su patriarca supremo. Como si estuvieran con el lero, lero, candelero, Ricardo Monreal se lanza con indolencia e imprudencia contra el Congreso Local que desde su perspectiva decidió mantenerlo, en forma equivocada, en su cargo. Amenaza con desaparecer los poderes en Tamaulipas. ¿Cómo no vamos a ser el hazmerreír con tanto sinsentido? Parece que estamos contemplando una de las viñetas que dibujo José Guadalupe Posada o un cuadro de La Familia Burrón de Gabriel Vargas. ¿Dónde quedó el espíritu democrático?
No se trata de defender a un gobernador en funciones. Se trata de legitimar la duda de si cometió un crimen o no hasta que se demuestre lo contrario. Se trata de que en territorio nacional se viola la ley desde Palacio Nacional y no pasa nada. Cómo no nos va a provocar risa el comportamiento desatinado de quien juró respetar y hacer respetar la ley. Claro, también nos provoca miedo.