La gira de López Obrador
La gira del presidente López Obrador a Centroamérica me hace imaginar que el mandatario va caminando entre los bordes del tiempo. Lo imagino como un equilibrista que da pasos sobre una línea muy delgada que divide el pasado del futuro. En esta fantasía, lo veo dando pasos en un camino que se le obnubila y lo confunde, de pronto parece que más que ir rumbo al porvenir tiene ganas de caer en brazos de lo que ya fue.
Será el calor que lleva el mercurio a marcar temperaturas muy altas, pero si sacáramos una fotografía de los álbumes del recuerdo y viéramos al presidente Luis Echeverría y la comparamos con la de López Obrador, notaríamos el parecido. A don Luis y a don Andrés les gustan las guayaberas y les fascina tener amigos al sur de las fronteras.
Nos informan que el viaje del presidente al sur fue para reunirse con los dignatarios de dichas naciones para abordar temas de la agenda bilateral y cooperación para el desarrollo tales como la implementación de los programas sociales Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro. Parece que hay una vocación por regresar a los años setenta cuando México se sentía el hermano mayor de Latinoamérica. Hace años que eso no sucede y que estamos más integrados al bloque económico del norte que a cualquier otra parte del mundo.
Van a presumir programas sociales que no han tenido mucho éxito. El programa Sembrando vida busca acabar con la pobreza rural y es triste decirlo, pero los índices de pobreza en México lejos de disminuir, han aumentado. Jóvenes construyendo el futuro opera mal, la plataforma se satura en los primeros minutos de cada mes y se cierra sin que jóvenes y empresarios puedan acceder a él. De entre los pocos que logran hacerlo, hay muchachos que no duran en el trabajo que les consiguió el Estado. Otra triste evidencia es que la informalidad no se abate y que es difícil que nadie prefiera entrar a un programa en vez de seguir en la calle.
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Seguramente, los mandatarios se preguntarán qué les viene a presumir su homólogo mexicano si sus resultados no son buenos. Es verdad, el presidente López Obrador aseguró que la aplicación del programa Sembrando Vida en Guatemala, Honduras y El Salvador de manera inmediata podría retener a 90 mil personas en sus países y con ello reducir los flujos migratorios. No ha sucedido. Según los planes del presidente de México, este plan debía generar por lo menos veinte mil empleos por el cultivo de cincuenta mil hectáreas, pero, el número reportado hasta el año pasado está aún por debajo de las expectativas.
Entonces, todo me hace sospechar que, en realidad, López Obrador fue a hablar de migración. En realidad, pareciera ser que el mandatario mexicano está preparando el camino para la cumbre que se celebrará en Los Ángeles y llegar con alguna fórmula que frene el flujo de personas que cruzan nuestro país, no para quedarse en territorio mexicano definitivamente, sino para traspasar la frontera norte y realizar el sueño americano.
Por eso digo que esta gira me hace imaginar al presidente de México caminando entre los bordes del tiempo. López Obrador es astuto, de eso no debe caber la menor duda. Es un equilibrista experimentado. Mira al sur y acuerda con el presidente Joe Biden la implementación de sus programas sociales. De acuerdo con el Departamento de Estado, de los Estados Unidos el año pasado destinaron 600 millones de dólares en asistencia internacional a El Salvador, Honduras y Guatemala. Además, se contempló una extensión de más de ochocientos millones de dólares adicionales de una bolsa de cuatro mil millones de dólares comprometidos en inversión para los próximos cuatro años.
Así que como en el pasado, como sucedía hace cincuenta años, al presidente le gusta tener amigos al sur de las fronteras. Es bueno tener amigos, es mejor tenerlos en todos lados. Sabemos que la cuerda siempre se revienta por lo más delgado. Si, visitar al sur sin dejar de ver al norte. Trabar amistad y fortalecer relaciones con todos sin debilitar otras. Entender dónde están las prioridades y cuidarse, porque caminar entre los bordes, es peligroso; es resbaladizo.