La mesa del rincón
En sus marcas, listos…
Urgidos por abandonar este confinamiento inmisericorde, hartos del encierro y de las limitaciones sociales y laborales, el día de mañana arrancamos con el semáforo amarillo. Sin embargo, de ninguna forma se puede cantar victoria ni mucho menos olvidar las medidas sanitarias preventivas, aunque nos consuman las ganas de saludar, abrazar y demostrar el afecto por familiares, amigos y conocidos, ya que el enemigo sigue al acecho.
Con el color amarillo del semáforo sanitario viene la liberación de restricciones, se abre prácticamente todo el comercio, la venta de servicios y los eventos masivos, aunque con capacidad controlada, siendo la educación la única actividad restringida por la enorme movilidad que implica. En fin, la vida regresa con gran intensidad a nuestras plazas, calles y centros laborales, pero no dejemos de cuidarla, recordemos que hay una población vulnerable en riesgo y no hay vacuna aún.
Es justo considerar que el pasar a semáforo amarillo y levantar restricciones, no implica que el peligro ha pasado, simplemente significa que ahora lo vamos a enfrentar directamente, por lo que para evitar un incremento descontrolado de infectados y del índice de fallecimientos, debemos equiparnos con cubrebocas obligatorio y careta de ser posible, guardando la sana distancia y las nuevas formas de cortesía social sin contacto físico.
De la misma forma debemos mantener y fortalecer los hábitos de higiene personal, lavarnos las manos con abundante agua y jabón, utilizar gel antibacterial, desinfectar sistemáticamente nuestras áreas de trabajo y para quienes aún existe la fe, encomendarse a Dios para que esto pronto pase. Importante, de la misma forma, que mantengamos la mentalidad de alerta máxima, que hagamos conciencia que de nuestra actitud y compromiso con las medidas sanitarias depende que el virus no llegue a nuestros hogares.
Ciertamente que liberar las actividades comerciales, laborales, sociales, deportivas, culturales y recreativas, implica una alta dosis de conciencia y responsabilidad ciudadana, pues tres factores les pueden llevar al desequilibrio: la voracidad comercial, la incapacidad de supervisión gubernamental y la indolencia social. Por lo anterior, para que el nuevo modelo de convivencia funcione, es necesario que el empresariado y el gobierno asuman sus funciones y responsabilidades con altísimo grado de efectividad, unos regulando la ansiedad comercial de recuperar las ganancias perdidas y otros ejerciendo la autoridad con visión ética, para que la sociedad escale gradualmente a la nueva realidad de forma segura.
Los números y las evidencias del desastre mundial ocasionado por el Covid-19 no mienten y son muestra fehaciente de la incapacidad gubernamental, médica, científica y social para preservar a la humanidad de los peligros virológicos y bacteriológicos, naturales o manipulados en laboratorio. Hoy los registros de más de 35 millones de infectados y más de un millón de muertos a nivel mundial, demuestran que no estamos preparados para librar batallas exitosas contra peligros microscópicos, sin cultura sanitaria ni vacuna.
Asimismo, en el país las condiciones de preservación y combate al virus oriental no son mejores, a este día y partiendo de las dudosas cifras oficiales se cuenta con más de 780 mil contagiados y casi los 80 mil fallecidos. En nuestro estado el riesgo es igual de inminente con 43 mil infectados y casi los 3 mil fallecidos.
Ahora con la decisión gubernamental de levantar el aislamiento y eliminar restricciones a la interacción humana, resulta obligado que el gobernador y su gabinete se visualicen como estadistas y prevean el control de riesgos, pues el índice de incremento en enfermedad y muerte por lógica será más sensible. El peligro: sin políticas públicas serias y efectivas, levantar el confinamiento será como un salto al vacío.
La esencia gubernamental radica en el impacto de sus decisiones en beneficio de la comunidad gobernada.