Miércoles, 02 Abril, 2025

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Los cambios en la adolescencia

Opinión

Gaudencio Rodríguez Juárez

La adolescencia es una época de múltiples cambios para los padres/madres, para los hijos/hijas y para la familia en su conjunto.

Las y los adolescentes tienen cambios de tipo físico, cognitivo, emocional, etcétera.

Por mencionar algunos: físicamente van siendo más altos, más fuertes, más ágiles y rápidos. Con los años alcanzarán la plenitud total.

La irrupción hormonal posibilita la pubertad, irrupción que trae cambios comportamentales. La dopamina activa circuitos de gratificación, y estimula la búsqueda de recompensas. Las endorfinas permiten ignorer el dolor. Mientras que la oxitocina permite la construcción y búsqueda de vínculos sociales. Hacerse respetar por los demás es posible gracias a la serotonina, la cual también explica el estado cambiante en el ánimo de las y los adolescentes.

Otro cambio es de tipo cognitivo: del pensamiento concreto de la infancia al abstracto de esta nueva etapa. El pensamiento abstracto permite pensar de una manera más compleja, construir hipótesis, analizar el contexto, identificar contradicciones en los comportamientos de las autoridades —papás/mamás, docentes, etcétera— y de las personas en general.

Pero los cambios también aparecen en los padres/madres. Mientras que las hijas o hijos van hacia la plenitud del desarrollo, aquellos/aquellas empiezan el descenso.

Los padres y madres están haciendo múltiples duelos: por la infancia de los hijos o hijas, por su propio rol parental que ahora ha de ser diferente, y, como mencioné antes, con relación a su propio cuerpo.

Un cambio más está relacionado con el hecho de que con los años los padres/madres ganan experiencia, pero tienden a perder flexibilidad y espontaneidad, lo cual podría ser un puente de conexión con sus hijas e hijos adolescentes cuyo sello es, precisamente, la flexibilidad, le espontaneidad y el sentido del humor.

El crecimiento de las y los adolescentes afecta y provoca ambivalencia en los padres y madres pues por un lado desean que crezcan, pero al mismo tiempo temen la autonomía que van ganando y sus ganas de conocer el mundo, debido a los peligros que existen en un país como el nuestro.

Los cambios que viven los padres/madres y los hijos/hijas pueden llevar al conflicto, al caos o al encuentro.

Al conflicto cuando no somos conscientes que la hija o hijo cambio; que ya no es una niña o niño, sino una persona adolescente. Cuando sí somos conscientes que cambió, pero ahora no sabemos cómo relacionarnos ni que esperar.

Cuando las expectativas hacia su comportamiento son irreales.

Cuando existe falta de habilidades para adaptarse al cambio y para la elaboración de duelos, así como desconocimiento de la etapa adolescente y sus manifestaciones y características.

            Los cambios pueden llevar al caos cuando el conflicto se sale de las manos debido a que no se pone atención a su emergencia (aparición y urgencia), debido a que no existen las condiciones (tiempo, acuerdo, etcétera) para su abordaje y manejo, o las habilidades para su manejo están limitadas.

Actitudes adultocéntricas, adultocráticas sólo hacen del conflicto parento-filial, caos. Actitudes verticales, rígidas y autoritarias generan desorganización, resentimiento, rebeldía, desmotivación, etcétera.

Los factores estresores de tipo individual, familiar, social, conyugal, laboral, financiero también pueden ser fuente de caos en las relaciones parento-filiales.

            Finalmente, los cambios pueden llevar al encuentro armónico, entre otras cosas, cuando:

Somos conscientes que la hija/hijo dejó de ser niña/niño.

Hacemos los respectivos duelos para disfrutar lo nuevo y fascinante que tiene la adolescencia.

Nuestra capacidad para elaborar duelos y adaptarnos activamente al cambio es suficientemente amplia.

Nos preparamos para saber qué esperar de la etapa adolescente.

Generamos expectativas realistas.

Contamos con habilidades para el manejo de conflictos, problemas y estrés para que estos no se nos salgan de las manos.

No pierdo de vista que, como sugiere la Teoría del Apego, me toca ser el más grande, el más fuerte, el más sensato o sabio y el más amable y generoso en la relación con un o una adolescente cuyo cerebro está en construcción.

Actitud democrática y respetuosa en el ejercicio de la libertad.

Me permito entrar a su mundo y me fascino.

Condiciones del entorno que hacen viable la nueva etapa de vida.


 

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