Domingo, 26 Enero, 2025

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Nuestro amigo Elon Musk

Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Nuestro amigo Elon Musk

Una de las personas más populares en el gusto de las nuevas generaciones es el sudafricano Elon Musk, un empresario exitoso que ha sabido destacar y convertirse en una de las personas más ricas del mundo, algunos dicen que es el millonario más acaudalado del planeta. Se le reconoce como un individuo proclive a la innovación, con la mirada al futuro y alguien que está reconfigurando el escenario del presente. No obstante, a pesar de la euforia que causa el personaje, hay algo en él que me lleva a ir contracorriente. Mientras en muchos hay admiración por el señor y se genera euforia por cada proyecto en el que emprende, a mí hay algo que no me termina de convencer; mientras muchos sienten que es su amigo, yo me inclino a ver para creer. Sigo el ejemplo de Santo Tomás Apostol y prefiero desconfiar.

Muchas de sus propuestas no me terminan de gustar. Aunque debo de decir que hay quienes ven con gran ilusión los autos Tesla, la conquista del espacio, la plataforma de Paypal y el chip que escanea el cuerpo para generar una alerta cuando detecta una falla de salud. Será el sereno, pero mientras muchos admiran y creen que Elon Musk es su amigo, a mí me provoca desconfianza. Sé que hay quienes creen que esto se debe a una brecha generacional y creo que más bien se trata de algo más primitivo: entender que a la gente se le conoce por sus hechos.

Para muestra un botón, tan pronto Elon Musk armó todo un berenjenal por Twitter. Entre el titubeo, el que sí y que no, el ya no quiero, pero me quedo contigo, tomó las riendas de Twitter, anunció hace días su intención de prescindir de casi cuatro mil empleados, es decir, de casi la mitad de la plantilla y ya comenzó a decir que las cuentas verificadas habrán de parar una tarifa. Y, tras su dicho vinieron los hechos: ya empezó el descabezadero, en México despidió a cincuenta trabajadores. Por supuesto, un dueño tiene derecho de tomar decisiones y hacerlo a pesar de que sean duras o poco populares, pero dicen que forma es fondo.

Los empleados de Twitter México fueron despedidos con un correo electrónico tras años de haber trabajado en la red social. Amanecieron sin acceso a sus cuentas corporativas al día siguiente de que fueron notificados de su despido. La remodelación de la nueva empresa de Elon Musk empezó a tambor batiente dando de baja a la mayoría del anterior cuerpo directivo. Sacó la guadaña y le cortó la cabeza a todos aquellos que le parecieron prescindibles. Juguete nuevo, reglas nuevas. Su protocolo de salida fue frío, te notifico y sin siquiera un adiós que te vaya bien.

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Por supuesto, los modos de Musk son así. Hay miedo. Parece que hay temores fundados de que Twitter se volverá más radical, después de que Musk se proclamara un “absolutista de la libertad de expresión”, sólo Dios sabe lo que eso significa en la mete del sudafricano. Puede ir desde la defensa del derecho de expresarse sin tapujos hasta permitir enunciados racistas, la emisión de mensajes falsos que promuevan teorías conspiradoras. Es decir, se abre la posibilidad para que gente de bien se manifieste con responsabilidad o para que bocazas desinformen o difamen.

Es una pena. Twitter puede convertirse en territorio salvaje lleno de contenidos racistas, abusivos, insultos y mensajes de odio e incitación a la violencia. Twitter no debiera convertirse en un paraíso de libertinaje en el que se pueda decir cualquier cosa sin consecuencias. Elon Musk trató de tranquilizar a los usuarios y dijo: “… hay que respetar las leyes del país, nuestra plataforma debe ser cálida y acogedora para todos, donde se pueda elegir la experiencia deseada según las preferencias de cada uno”.

La moderación de contenidos es esencial. Los anunciantes ya están reaccionando y Musk ya está empezando a sentir frío en el reino. Muchas empresas se están retirando y eso puede poner en aprietos a Twitter. Para que los empresarios se vean atraídos a anunciar en una red social, hay que darles certezas. Si los usuarios se van, sea porque les quieren cobrar, porque ya no encontrarán celebridades a quien seguir o porque ya es un caldo de cultivo para insultos, ¿quién va a querer estar ahí.

Las empresas no quieren que su marca se contamine con mensajes que puedan manchar su imagen de marca. Musk ha tratado de salir a tranquilizar las aguas: “Para ser súper claros, todavía no hemos hecho ningún cambio en las políticas de moderación de contenidos de Twitter”. Sus palabras, lejos de serenar las aguas, ha hecho que la sensación de que habrá libertinaje y no libertad se extienda. Por eso digo, eso de que Elon Musk es amigo, no sé. No me lo parece.

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