Qué requieren ahora los partidos políticos
Entre otras urgencias, los partidos políticos necesitan, sin demora, el apoyo decidido de sus militantes, para fortalecerse ante la opinión pública y, la buena fe, pueda premiarse con la aceptación. La ciencia del mercado ofrece sin duda sucedáneos para olvidarse del intenso trabajo que implican: el reclutamiento y concienciación de la ciudadanía para lograr el número de votos, que les aseguren la sobre vivencia, la posibilidad de gobernar sin tropiezos y avanzar en las reformas constitucionales, que les aseguren cumplir sus propuestas de campaña.
Seguramente han pensado en analizar profundamente, el comportamiento de los militantes que se hayan desempeñado en los distintos órdenes de gobierno. A estas alturas también sería aconsejable valorar los resultados de las reelecciones. Saber si los responsables de los cargos, han contribuido a la democratización de las instituciones en las que se desempeñaron o si se han convertido en rémoras para el avance de la democracia.
Los partidos, como todas las instituciones, necesitan de la lealtad de sus militantes, que no debe confundirse, con la aceptación incondicional de propuestas de los dirigentes que representen retrocesos, en la consolidación de la democracia interior.
Quienes vayan a ocuparse del Poder Legislativo, habrán de dictar normas que impidan la traición. Por ejemplo, será digno de tomar en cuenta la conducta de quienes participen al interior de los procesos de elección y no teniendo el resultado apetecido, decidan sin recato alguno, pasarse a otro partido. Probablemente, fuera sano que una vez cerrado el proceso en que participaron, tuvieran que esperar un periodo, para ser postulados por un partido distinto.
La lealtad, es una virtud que debe ser exigida en todos los estamentos de la sociedad, pero de manera especial al sector gobernante, para mantener la vida pública, dentro de cánones aceptables, para que el comportamiento de sus actores, sirva de modelo a quienes hayan de sucederles.
La formación ciudadana, debe estar a cargo del Estado, una vez que la población llegue a la mayoría de edad. Es probable que se haya desatendido intencionalmente ese renglón, pues la obligación de impartir educación cívica y militar se ha marginado, sin aparente explicación.
No ha sido suficiente la cultura que se imparte de manera sistemática a través de los centros educativos. El respeto por las instituciones de la patria, debe fomentarse desde la educación temprana. Es necesaria una auto crítica social seria y permanente, para que los valores cívicos no decaigan o se fortalezcan de manera ordenada y sistemática.
El amor a la patria, debe ser socialmente redefinido, para que no crezca el patrioterismo y, las efemérides nacionales, dejen de ser oportunidades para vacacionar o fomentar el ocio.
Todos los cuadros valiosos de los partidos políticos, que los hay, deberán asumir la función de exaltar el patriotismo y, con ello, lograr que, desde la edad temprana, la sociedad aprenda a valorar el avance que las sociedades modernas, han tenido con la influencia de los partidos políticos. Todos habremos de considerarlos entidades de interés público y; los ciudadanos desde niños, tendrían clara conciencia de lo que ello significa.