Trump vs. Petro y el eje izquierdista
El primer choque del presidente Donald Trump con los países del eje izquierdista en América Latina comenzó ayer con Colombia. La negativa del gobierno de Gustavo Petro de no aceptar recibir en su territorio ni en su espacio aéreo a dos aeronaves militares estadunidenses, que trasladaban a migrantes indocumentados colombianos de regreso a su patria, desató una furibunda respuesta de Trump con sanciones económicas y políticas al país sudamericano, imponiendo aranceles del 25% a sus exportaciones, cancelando visados a oficiales de su gobierno, su familia y a militantes de su partido, además de suspender la emisión de visas a colombianos.
La respuesta del mandatario de Colombia con aranceles, también de 25% a los productos estadunidenses que se importen a su país, junto con su mensaje al presidente Trump diciéndole que "no nos vas a dominar nunca" y hablando de un posible "golpe de Estado" en su contra, auspiciado por Estados Unidos, elevó el nivel de este diferendo a un choque frontal entre los dos gobiernos que amenaza la relación de aliados que han mantenido los dos países en las últimas décadas.
Pero en medio de su decisión de confrontar a Trump y a su política antiinmigrante, el presidente Petro abrió otra puerta peligrosa al convocar el apoyo de otros países de la región latinoamericana, particularmente a los gobiernos de izquierda, a que lo defiendan a él y a su gobierno en caso de que, como repitió insistentemente, intenten desestabilizarlo. "Puede con su fuerza económica y su soberbia intentar dar un golpe de estado como hicieron con Allende. Pero yo muero en mi ley, resistí la tortura y lo resisto a usted… Túmbeme presidente y le responderán las Américas y la humanidad", dijo Petro en una carta pública con la que le respondió al presidente de Estados Unidos.
Anoche mismo, en medio de la que parece la primera crisis diplomática que se genera por las nuevas políticas agresivas de Trump, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, en su calidad de presidenta de la CELAC —organización impulsada por los gobiernos de izquierda en el continente para oponerse a la OEA— convocó a una "reunión urgente" para apoyar al gobierno de Petro y propuso como fecha el próximo 30 de enero.
Mientras tanto desde el Congreso de Estados Unidos, el líder de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, salió a respaldar las políticas de Trump y advirtió que estudiará sanciones contra Colombia, en tanto que al resto de los países les advirtió que "estén alerta" porque los congresistas estadunidenses aprobarán sanciones y otras medidas en contra de los gobiernos de naciones que no quieran cooperar y se nieguen a recibir a sus migrantes o a cualquier otra disposición de Trump, como lo hizo el presidente colombiano.
Todo indica que la anunciada cruzada derechista de Donald Trump y su lucha "contra los izquierdistas" en todo el mundo, se adelantó con el choque frontal con Gustavo Petro y será importante ver cómo reaccionan otros gobiernos izquierdistas de Latinoamérica como México, Brasil, Chile, Venezuela y Cuba, ante las medidas y sanciones anunciadas en contra de Colombia y su gobierno. Hasta anoche ni la presidenta Claudia Sheinbaum ni Luis Inacio Lula Da Silva habían hecho comentarios sobre la confrontación entre Washington y Bogotá y mucho dependerá el curso que tome este pleito de la respuesta de los dos gigantes latinoamericanos.
También será importante ver la respuesta de Nicolás Maduro en Venezuela y la de la dictadura castrista en La Habana. Hasta ahora el dictador y presidente ilegítimo Maduro no ha abierto la boca para atacar o cuestionar a Trump y tampoco el presidente estadunidense ha hablado sobre Maduro y su cuestionada toma de posesión. Pareciera que ambos se están conteniendo y los dos tienen razones poderosas para hacerlo.
Venezuela es el principal abastecedor extranjero de petróleo para Estados Unidos, y difícilmente, al menos por ahora, Trump entraría en un conflicto con Maduro porque su país depende en parte del crudo venezolano, al menos hasta que no pueda hacer funcionar su nuevo plan para recuperar la explotación petrolera en su país y dejar de depender del petróleo y la energía eléctrica del extranjero.
Y en el caso de Maduro, claramente no quiere rascarle sus partes íntimas al tigre del norte para evitar que Washington apoye a sus opositores con algo más que discursos y recepciones y haya una conspiración para derrocarlo. Hay incluso versiones que circulan sobre un posible "acuerdo" o "pacto" temporal entre la administración Trump y el régimen madurista, y ya se verá en la posición que tome Nicolás Maduro en la ofensiva trumpista contra Colombia.
Para México y su presidenta el dilema es todavía mayor, en caso de que escale el choque con Colombia a un tema de gobiernos aliados con Petro y se genere un bloque latinoamericano para resistir a Trump. A reserva de lo que diga hoy en su conferencia matutina la presidenta, México tiene 3 opciones: alinear con el Eje de Izquierda y confrontar a las políticas trumpistas; ampararse con la doctrina Estrada y la no intervención, es decir ni con melón ni con sandía y jugar al papel de mediador en la región; o de plano volverse un esquirol y no apoyar a sus amigos de la izquierda latinoamericana para priorizar el interés de México y su relación estratégica con los Estados Unidos y lo que la propia doctora Sheinbaum ha llamado "la coordinación y colaboración" con la administración Trump.
Veremos cómo responden México, Brasil y Chile, y qué tono utilizan Venezuela y Cuba en la defensa de Colombia. Y si el choque de Trump con las izquierdas latinoamericanas va a escalar o si se impone la prudencia y la cautela por los intereses de cada país y al pendenciero Petro lo dejan solo en su pleito a navajazos con el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
NOTAS INDSICRETAS…
Para la presidenta se ve más que difícil meterse ahora a un bloque anti-Trump en la región latinoamericana, cuando ella libra y lidia con sus propias presiones y amenazas de parte del nuevo gobernante en Washington. Por ejemplo, en las versiones periodísticas que recrean, con elementos reales, pero algo de ficción la llamada del pasado 21 de enero entre la oficina oval y el despacho presidencial del Palacio Nacional, más allá de lo tenso que resulta el tema de la declaración de "terroristas" a los cárteles mexicanos y del discurso de defensa de la soberanía de Sheinbaum, el otro problema grave que eso le genera a México y a su gobierno no es sólo la posible realización de operativos militares en territorio mexicano, que ya de suyo es todo un tema para la relación bilateral. Lo que más preocupa en Palacio Nacional es la otra gran implicación que tiene la Orden Ejecutiva de Trump al declarar la existencia de "organizaciones terroristas" en México, es que también afectaría a las grandes, medianas y pequeñas empresas mexicanas y a todo el sistema bancario y financiero mexicano, si el gobierno de Estados Unidos, a la sospecha de apoyo de alguna empresa o con el argumento del lavado de dinero de "grupos terroristas", empezaría a congelar cuentas y operaciones de consorcios mexicanos en su territorio y podría también reclamar el dinero mexicano y los bienes de aquellos empresarios, bancos o instituciones financieras que fueran mencionadas o ligadas a los narcos mexicanos. Es decir, que México y su sistema empresarial y financiero, quedarían totalmente expuestos y vulnerables a las acciones del Departamento del Tesoro y de la SEC estadunidense que, al amparo de las leyes antiterroristas, podría afectar severamente a negocios, empresas y empresarios mexicanos. Eso es lo que más preocupa en el análisis jurídico de la Presidencia mexicana y lo que también tiene a muchos de los grandes empresarios tronándose los dedos y esperando que el gobierno de Sheinbaum pueda contener la aplicación de esas leyes extraterritoriales "cooperado" con Trump en el combate real y a fondo que exige en contra de los empoderados narcos y cárteles mexicanos…Los dados mandan Serpiente Doble. La semana y los tiempos se vienen complicados
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