Alcalde naufraga entre ballets, salario, narco corridos y ex militar espía…
La noche del viernes 17 de enero, mientras se rezaba un rosario, Manuel Montes de la Vega, alcalde de San José Iturbide buscó asiento junto al ataúd de un hombre dedicado a la charrería que horas antes había sido ejecutado muy cerca de la localidad de El Capulín, donde era velado. Se comprendía su presencia porque a través de su finada abuela doña Dolores, ese lugar le resulta cercano, incluso ahí su familia cuenta con un remozado casco de hacienda nombrado “La garrapata”. Sin embargo, siendo autoridad la escena no dejaba de estar enrarecida, pues se hacía presente en el duelo de un homicidio que según percepción de los pobladores, por sus formas, presuntamente podría estar envuelto en las sombras del crimen organizado.

Desde octubre, la seguridad pública en ese municipio está en manos de Presbítero Ávila Rivera, capitán retirado del ejército, a quien el Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas (ISSFAM) le otorga una pensión mensual de 15 mil 400 pesos. Este ex militar afirma tener tres décadas de experiencia, con particular énfasis en conocimientos de inteligencia, contrainteligencia y análisis de datos. Resulta “llamativo” (pensando que ahora sirve a un gobierno morenista) que fue jefe de información y análisis (GAE) 31/a en la Zona Militar de Rancho Nuevo Chiapas de 1996 a 1999, periodo que coincide con los años más álgidos del conflicto entre el gobierno encabezado por Ernesto Zedillo y el EZLN. En el memorial de ese movimiento, dicho cuartel, cercano a San Cristóbal de las Casas, se considera emblemático porque los primeros días de enero de 1994, fue uno de los principales puntos de enfrentamiento armado con saldo de varios muertos y detenidos (el ejército se refería a las bajas de la guerrilla como “malhechores”).
Este capitán retirado, por su perfil, suponemos que contaría con los pertrechos y habilidades para descifrar en donde están las madrigueras de los delincuentes en San José Iturbide (incluidos los que puedan estar agazapados al interior del gobierno local que lo contrató), pero además, ahora tiene a su alcance tecnologías que no existían en aquellos años de su estancia en Chiapas, cuando el ejército espiaba a los zapatistas. Trayectoria tiene, resultados son los que todavía no llegan.
¡Unidos por la Paz!... y otras incongruencias.
A cinco meses de encabezar el gobierno municipal, Manuel Montes de la Vega sigue acumulando motivos para fortalecer la percepción de que no es una persona cabal entre la palabra y los hechos, lo cual ha comenzado a debilitar sus márgenes de credibilidad. El tema que hace días divulgó Correo, acerca del aumento desproporcionado de su salario, es apenas el último episodio de un rosario de incongruencias, tan solo el desenlace de su conflicto inicial con un bloque de regidores, ha trascendido que finalizó luego de un acercamiento con la ex alcaldesa del PAN Cindy Arvizu. Esto podría explicar por qué de pronto se esfumó la hostilidad hacia la anterior administración, si en los meses siguientes prevalece esa tendencia, se confirmará el arreglo, aunque tampoco sería una novedad: su clan político otras veces ha mostrado que saben simular a conveniencia su pose de críticos del conservadurismo.
La reciente feria también desnudó otra de sus más severas incongruencias. Un eje discursivo de su campaña fue convocar a las familias a recuperar la tranquilidad (cuentan que hasta el cura del pueblo se la compró), ya siendo gobierno elevó a slogan municipal la frase “¡Unidos por la Paz!”, que en tonos de color “morenistas” puede observarse en la papelería oficial; sin embargo, a la hora de concertar la oferta de espectáculos para la reciente feria, terminó acudiendo al entorno del empresario Julio Bazaldua Vargas y por tanto arrodillándose ante las mismas y nebulosas redes que tienen un férreo control de ese negocio en todo el noreste. Por su aparente postura sobre la paz, resulta particularmente escandaloso que la noche del 7 de febrero, el público se enfiestó al ritmo de las canciones de los Buitres de Culiacán, que textualmente se refieren a la cocaína y otras drogas, a las armas y al machismo, como parámetros de intensidad vital.
Ballet denostado…
Mientras en la feria se gastaban 17 millones de pesos, por esos mismos días el alcalde recurría a un endeble argumento salarial para demeritar la inconformidad de integrantes de la Compañía Municipal de Danza, por el despido de Erick Corona Robles quien la dirige desde hace tres lustros. Además de lanzar acusaciones de presuntos malos manejos, sin datos concretos, plantó a bailarines y padres de familia en un encuentro pactado para buscar acuerdos.
No se descarta que también el tema esté contaminado por protagonismos y competencias desmesuradas muy comunes en el gremio de los ballets, lo que se entreteje (según personas cercanas a ese conflicto que ya escaló a la opinión pública regional) con el intento de Manuel Montes de allanar el camino para que uno de sus cercanos tome el control de la enseñanza y promoción de esa vertiente cultural, el nombre que más se escucha es el de un profesor de folclor de San Luis de la Paz, con quien de entrada tiene un vínculo partidista, pues se trata de Javier Ramírez Enríquez, quien fue regidor por morena en aquel municipio durante en el trienio 2018-2021.
Por cierto, en su paso por el cabildo, ese edil tuvo mucha cercanía con el alcalde priista Luis Gerardo Sánchez, al grado de juntos urdir una desaseada maniobra presupuestal y administrativa en relación a un festival llamado “Mitote Folclórico”, tejemanejes en los que también estuvo involucrado Roberto Terán Ramos, actual diputado del PAN. El lunes 8 de febrero de 2021, esta columna publicó una investigación sobre esos hechos, puede consultarse en el siguiente enlace: /san-luis-mitote-o-botin/
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