Sábado, 11 Enero, 2025

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La estrategia del resentimiento

Opinión

Cecilia Durán Mena

Los seres humanos sanos experimentamos una inclinación natural a la felicidad. Estamos equipados con una proclividad que nos impulsa a buscar la alegría. Sin embargo, la cotidianidad nos siembra obstáculos que dificultan la realización de ese estado de placidez. La forma en la que cada uno de nosotros reaccionamos ante estas vicisitudes nos clasifica en dos grandes grupos: los que le hacen frente al estorbo y lo quitan del camino y retoman el sendero del gozo y los que se llenan de resentimiento y se amargan la vida. El segundo grupo tiene muchos adeptos y está creciendo gracias a los discursos de odio que proliferan en el mundo. La estrategia del resentimiento es muy efectiva y fácil de usar.

Basta poner atención para darnos cuenta. Se trata de posiciones críticas en las que se azuza el enojo, las quejas, las lamentaciones, los pensamientos negativos y las justificaciones. Son palabras que buscan alejar a los demás, que se apoyan en la táctica de: divide y vencerás, que proponen venganza en un afán de reivindicación. El resentimiento busca revancha por encima de solución. Es una forma muy eficiente de ganar adeptos ya que quienes la usan, restriegan problemas dolorosos y al no tener una respuesta a la mano, en vez de ir a buscarla, se opta por avivar el resentimiento. La usan tirios y troyanos.

La estrategia del resentimiento es muy poderosa, ha derrocado a regímenes absolutistas, pero han asentado a tiranos en el poder. Basta recordar a Robespierre, a Stalin y en nuestros días podemos darnos cuenta de que muchos políticos van alegremente sembrando resentimientos para ganarse la simpatía de sus votantes. Cuidado. Es cierto que la estrategia trae buenos resultados a corto plazo, pero los efectos negativos que se padecen son de amplio espectro. Max Scheler lo dijo muy bien: “El resentimiento es una autointoxicación psíquica”.

El resentimiento no es una posición ideológica, es un signo de conveniencia. Lo usan lo mismo personajes como Donald Trump que López Obrador, Maduro que Le Pen. Se trata de un veneno que se infiltra en el interior de las personas, es una reacción negativa que hiere al propio yo ya que los obstáculos se presentan en forma de ofensa o de agresión. Se busca una reacción poco razonada —mientras menos analítica, mejor— encausada a una revancha. Si votas por mí, yo te devolveré lo que te quitaron. Si me eliges a mí, yo te regresaré la esperanza. Si estás de mi lado, no habrá más problemas. Si me escoges, llegará el cambio. Se acabarán todos los males, reinará la felicidad. Hay que quitarles el poder a los malos porque yo soy el bueno. Son vendedores de espejitos.

La víbora nos muerde, nos instila su ponzoña y perseguimos con júbilo al lobo con piel de cordero. Nos enojamos si alguien nos quiere advertir sobre los peligros y en vez de extraer el veneno para impedir que se extienda por todo el cuerpo, dejamos que nos vaya paralizando. El resentimiento se anida en el nivel emocional de nuestra personalidad. El resentido se siente herido y cree que su líder máximo es el único que tiene el bálsamo que lo podrá curar. No hay conciencia del daño.

Algunos, jamás podrán ver los efectos del envenenamiento. Para otros, el auxilio de la inteligencia y el buen uso de la capacidad de pensar les hará ver con claridad las condiciones reales, las promesas incumplidas, los abandonos, los embustes. Entonces, llega el arrepentimiento. Es cierto, el grupo de los resentidos creció muy rápido y hay que decirlo, tenían razones muy válidas para sentirse así, hubo muchos olvidos, injusticias y abusos. Pero, hay otro grupo que viene creciendo a una velocidad vertiginosa: el de los arrepentidos.

Muchos que se dejaron llenar el alma de resentimiento por los discursos de odio, por esas palabras que sostenían ser diferentes a los anteriores, cuando eran iguales o peores, ahora están arrepentidos. Pasó en los Estados Unidos, muchos se arrepintieron de votar por Trump y llevaron a Biden a la presidencia; en México, hay quienes creyeron en las promesas de una transformación y hoy están desencantados. Hay muchos olvidados que ya se arrepintieron.

Cuidado, la estrategia del resentimiento es tan efectiva que tiene a Trump cerca de volver a ser candidato y de regresar a la Casa Blanca. En México, tenemos que ser cuidadosos. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar. Si los mexicanos arrepentidos conforman un grupo amplio, habrá un cambio de régimen. Contra el resentimiento recalcitrante y el discurso de odio hay que pedir el auxilio de la inteligencia.

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