A partir de su encuentro, el destino de los dos líderes se torna común; juntos enfrentan la reacción desmedida del virrey Juan Ruiz de Apodaca, quien destina miles de efectivos y gran cantidad de recursos bélicos para vencer al navarro y los rebeldes que se le unen.23 de junio de 1817: Por el semidesértico sur de Zacatecas avanza penosamente la tropa de Javier Mina. Desde su arribo a la Nueva España aquellos hombres han podido derrotar a varios ejércitos realistas superiores en número y armamento; pero ahora, sedientos y desorientados, caminan arrastrando los pies.Un nuevo sobresalto les espera. La guerrilla de Cristóbal Nava los descubre y al verlos uniformados los atacan al confundirlos con soldados del gobierno. El entendimiento resulta difícil; pero al final convencen a los insurgentes que ellos vienen del extranjero a apoyarlos.El desenlace es afortunado, el joven general Mina invita al teniente coronel Nava a entrevistarse en el campamento europeo. Allí éste sorprende a todos por su traje de ranchero, rematado con un llamativo “sombrero adornado con una ancha toquilla de galón de plata y un cuadro de la virgen de Guadalupe”, según lo describe Lucas Alamán.Entre otros datos, Nava informa a Mina de la cercanía del fuerte ‘El Sombrero’, donde el caudillo Pedro Moreno mantiene la lucha por la libertad, iniciada por Hidalgo desde 1810.El 24 de junio, en la festividad de San Juan, se realiza el encuentro de Pedro Moreno y Javier Mina, un hecho trascendente en la guerra por la independencia, comparable al que sostuvieron Hidalgo y Morelos en Indaparapeo o al supuesto de Iturbide y Guerrero en Acatempan.Pedro Moreno era entonces un mestizo liberal de 42 años, originario de la hacienda ‘La Daga’, en la ciudad de Lagos, Jalisco -llamada luego “de Moreno” en su honor-. A diferencia de otros guerrilleros, Moreno pudo realizar estudios e ingresó al Seminario de Guadalajara. Sin haber culminado alguna carrera, regresó a su casa y se dedicó de manera exitosa al comercio y la agricultura.Desde el estallido de la lucha, respalda a los insurrectos con materiales e información valiosa. Esta actividad llega a ser tan intensa que es descubierta por las autoridades obligándolo a huir con algunos familiares a su hacienda “La Sauceda”.Allí prepara como combatientes a decenas de campesinos, con quienes se instala en ‘El Sombrero’, refugio natural que él mismo se encarga de acondicionar para resistir los posibles ataques del enemigo. Desde este lugar incursiona en el Bajío y la región de Los Altos para atacar los cuarteles realistas y sus medios de abastecimiento.Javier Mina, por su parte, era un liberal español de escasos 28 años; pero con una gran experiencia militar. Nacido en Otano, Navarra, originalmente contempla la abogacía como su profesión; sin embargo, la invasión francesa de 1808 le lleva de las aulas a los campos de batalla, en defensa de la patria.La expulsión de los franceses no le trae descanso, pues el restaurado monarca Fernando VII, símbolo del nacionalismo, deroga la Constitución de Cádiz e inicia la persecución de los elementos liberales de la península.Mina tiene que exiliarse en Francia y luego en Inglaterra. En esta segunda nación conoce al sacerdote Servando Teresa de Mier, novohispano que le convence de organizar una expedición a América para luchar contra el absolutismo del rey español desde la principal de sus colonias. Con el apoyo de capitalistas ingleses en busca de mercados, la travesía se hace posible y el 15 de abril de 1817 desembarca en Soto la Marina, Tamaulipas, al frente de 300 hombres de diversas nacionalidades.A partir de su encuentro, el destino de los dos líderes se torna común; juntos enfrentan la reacción desmedida del virrey Juan Ruiz de Apodaca, quien destina miles de efectivos y gran cantidad de recursos bélicos para vencer al navarro y los rebeldes que se le unen.Apoyándose mutuamente emprenden una campaña: derrotan al jefe realista Ordóñez en el Arrastradero, saquean la hacienda de Jaral de Berrio obteniendo un valioso botín e intentan apoderarse de la villa de León.No obstante, la pérdida del fuerte de ‘El Sombrero’, atacado por el mariscal Pascual Liñán al frente de 2 mil 500 hombres y 14 cañones representa un golpe terrible, ya que Liñán fusila a 200 prisioneros, incluyendo a los heridos, y ordena la demolición de las construcciones.Perseguidos tenazmente, Moreno y Mina se refugian en el fuerte de ‘Los Remedios’, baluarte de “El Padre” Torres, en las cercanías de Pénjamo. Tras ellos, Pascual Liñán pone sitio al inexpugnable bastión al mando de 6 mil soldados y más de 20 piezas de artillería. Los dos caudillos logran escapar y toman la hacienda de El Bizcocho, San Luis de la Paz y hostigan sin éxito a Guanajuato.Esta sería la última correría militar de ambos; pues en ella son sorprendidos en el rancho de ‘El Venadito’ (municipio de León), falleciendo Pedro Moreno en la acción y cayendo prisionero Javier Mina, para luego ser fusilado.