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Violencia en México

Opinión

Otto René Cáceres Parra

El viernes 11 de agosto se tuvo, por última vez, comunicación con los cinco jóvenes de Lagos de Moreno, Jalisco, que se dirigían, en dos vehículos a la Feria Lagos, siendo reportados como desaparecidos el sábado 12, recuperándose ambos vehículos, uno el domingo y otro la madrugada del martes, este último incendiado y con restos humanos en su interior.

Ya sea que hubieran sido interceptados en un retén carretero, las inmediaciones de la Feria o haber sido levantados por hombres armados en las gradas de la explanada del barrio de San Miguel, el cual, además de ser un punto de reunión familiar y deportivo es, también, un punto de venta y distribución de estupefacientes, los jóvenes habrían sido trasladados a una finca donde se tomaría la fotografía que los muestra maniatados, amordazados y con rastros de haber sido fuertemente golpeados, y el video que exhibe a dos de ellos tirados en el piso, a la vez que un tercero es obligado a golpear repetidamente a otro, lapidándolo con un tabique y finalmente degollándolo con un arma punzocortante.

Si bien lo anterior es una escena dantesca, lo acontecido ha sido un patrón de violencia que se ha repetido desde hace varios años. El grupo criminal los Zetas llevó a cabo estas prácticas como un proceso, ya fuera de iniciación a sus miembros, o como una forma de entrenamiento a los mismos, el cual replicaron otros grupos criminales. ¿Qué es lo que permite que tales conductas se lleven a cabo? En principio la falta de compasión y empatía de sus perpetradores en contra de la población civil, la falta de procuración de seguridad y justicia (aplicación del estado de derecho), una lógica en que el costo de matar a uno es la misma que hacerlo con cinco, junto al mensaje, aquí mandamos nosotros y su vida nos pertenece, altamente redituable en términos de implantación del factor miedo, así como el amplio alcance que conllevan las repercusiones, en población civil inocente, de atentar contra intereses criminales, dando con ello cuenta de su poder (nadie se encuentra a salvo).

Desafortunadamente, las condiciones crecientes de inseguridad en el país, experimentadas desde hace años, nos han llevado a una normalizar estos actos violentos, por lo que no es de sorprender que los delincuentes actúen sin rastro alguno de compasión. Día a día experimentamos un nuevo acontecimiento. Ejemplo de ello los 13 cuerpos desmembrados, resguardados en refrigeradores en Veracruz; el asesinato de Milagros Montserrat, apuñalada en León; los restos descuartizados de dos hombres y cinco mujeres regados en la vía pública y el toldo de una camioneta en Chilpancingo, el ataque a taxistas por hombres armados en la misma localidad y Tixtla; el asesinato de empresario José Guadalupe Fuentes Brito y su hijo en la carretera que una a la CDMX con Acapulco, todos ellos en Guerrero; el ataque a golpes de Fernando “Tiburón” Medina a un empleado de comida rápida en San Luis Potosí; el caso del empresario Iñigo Arenas Saiz, víctima de adulteración de bebidas; todos ellos compartiendo un denominador común, ser visibilizados en medios y redes sociales, generando que las autoridades den resultados producto de la exigencia social.

Aquí cabe preguntarse ¿qué pasa con todos los otros actos violentos que por diferentes circunstancias no son conocidos? al no ser visibles ¿no son objeto de interés, y por tanto, de investigación y procuración de justicia? De acuerdo con el INEGI, en el sexenio que corre se han registrado 163,384 homicidios. Y si bien es cierto que este delito ha disminuido, de 36,661 en 2018 a 18,936 en 2023, se ha registrado un aumento importante en el número de desaparecidos, sumando 109,705 casos.

Cada asesinato, desaparición, extorsión, violencia de género, asalto, violación, robo, allanamiento, entre otras conductas delictivas, nos agravia como sociedad, debiendo replantearse las estrategias y acciones que en materia de seguridad y procuración de justicia deban implementarse, posibilitándonos vivir en paz y sin temor a que nuestra vida y bienes patrimoniales se vean afectados.

Si bien es cierto que al hablar de conductas delictivas y violentas no existen recetas perfectas para combatirlas o erradicarlas, si podemos prevenirlas, contenerlas y redirigirlas. Aunque no lo parezca, estamos a tiempo para llevarlo a cabo, de no reaccionar ahora, pronto será demasiado tarde.

@ottorenecaceres

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