¿Conoces la historia del Ex Convento de San Agustín en Salamanca? Estos son sus ‘tesoros’
El templo del Ex Convento de San Agustín. Foto: Yadira Cárdenas
Salamanca, Guanajuato.- El templo del Ex Convento de San Agustín aguarda tesoros que han visto pasar el tiempo y permanecen intactos y majestuosos, como sus once retablos barrocos de la segunda mitad del siglo XVIII, sin embargo, una de sus piezas que se resguardan en la sacristía, es un “Corazón Agustino” tallado en madera, con las representaciones de los apóstoles.
El Ex Convento agustino de Salamanca es uno de los tesoros históricos y culturales que dan identidad a este municipio, su construcción data del año de 1609, cuando el agustino fray Diego de Ávila obtuvo de Felipe III la licencia para fundar cuatro conventos de su orden en la provincia de Michoacán, uno de ellos fue en la recientemente fundada Villa de Salamanca, quien recibió a los agustinos y a su primer prior fray Juan de San Nicolás el 26 de Mayo de 1615.
En sus inicios, la fundación fue dedicada al Beato Juan de Sahagún y para la edificación del actual inmueble se pueden marcar en dos etapas diferentes, la primera se inició en 1641 y se cree que es posible que durante esta etapa se haya edificado la iglesia mayor, así como el primer claustro.
Dentro del majestuoso templo se muestran 11 retablos barrocos dorados de la segunda mitad del siglo XVIII y una colección de pintura y mobiliario virreinales. Dentro de los tesoros históricos se encuentra una pieza que destaca y se encuentra dentro de la sacristía.
Se trata de una mesa de planta octagonal, los soportes del mueble están formadas por un conjunto de lazos y ondulaciones que evocan el intenso tráfico artístico con el medio oriente, sin embargo, sobre esta mesa se destaca una magnifica pieza, el ‘Corazón Agustino’ tallado en madera que permanece en el centro de la sacristía y donde tienen acceso familiares que tienen a sus seres queridos difuntos en el área de criptas, o quienes realizan recorridos turísticos.
La superficie de este símbolo está ornamentada con las representaciones de los apóstoles, así como con una poco ortodoxa imagen de la Trinidad presentada por una sola persona con tres rostros. Finalmente, remata toda esta espléndida composición una mitra episcopal que, como el resto de la pieza, está embellecida por múltiples incrustaciones de marfil y conchas, como lo describe México desconocido.
