A sus 97 años, Doña María mantiene vivo el arte de bordar servilletas en Acámbaro


María Hernández Calderón borda diariamente servilletas a sus 97 años para seguir manteniendo a su familia. Foto: Lourdes Juárez
Acámbaro, Guanajuato María Hernández Calderón originaria de Andocutin a la edad de seis años se quedó huérfana por lo que fue criada por una tía hermana de su mamá quien se la llevo a vivir a Cutaro lugar en el que la enseño a trabajar, hacer de comer y moler el nixtamal. Desde muy pequeña la ponían a moler el nixtamal en el petate diario molía siete cuarterones que eran de una señora, aprendió a echar tortillas.
A sus 97 años María recuerda con claridad como fue su vida en Andocutin donde comía nopales asados con semillas de chile molidas en molcajete, quelites cocidos con sal, “eso era lo que comíamos antes éramos muy pobres solo los hacendados tenían dinero, cuando nos fuimos a vivir a Cutaro fue la felicidad porque en ese lugar sembraban sus tierras mis tíos y me ponían a moler un cuarterón de maíz en ese lugar comíamos bien”.
Cuando tenía 13 años le dijo a su tía que se iba a casar a los tres meses de casada se murió su esposo, por lo que decide quedarse a vivir con sus suegros ya no quiso regresar a la casa de su tía donde no se sentía a gusto ya que su tía la ponía a trabajar mucho, al vivir con su suegra ella se dedicaba a limpiar la casa y ayudarle en las labores del hogar con ellos duro 15 años viviendo en la comunidad de Cutaro. A los 15 años se iba a trabajar con sus suegros al potrero los suegros la tenían como una hija, en una ocasión le pidió a dios le enviara a un buen hombre con el cual pudiera hacer una vida, después de un tiempo conoció a otra persona que era huérfano igual que ella; a la edad de 17 años se volvió a casar, la fueron a pedir con sus suegros quienes la entregaron a su nuevo esposo.
Con su esposo tuvo 10 hijos de los que viven 8, a lo largo de su vida se dedicó a vender nopales que cortaba en el cerro para poder darle de comer a sus hijos, así como servilletas de tela bordadas y con orillas tejidas a gancho, “las servilletas me enseño una señora a la que le molía el nixtamal cuando vivía con mi tía, esa señora se dedicaba a cocer ajeno y bordar servilletas de tela. Mi tía era muy fea y chintinosa no me dejo estudiar decía que los hombres estaban revueltos con las mujeres y luego salían mal es por eso que no me dejo ir a la escuela, decía que las mujeres en la escuela se enseñaban a leer escribir y a ser malas mujeres no como yo que era una mujer del hogar trabajadora”.

Toda la vida se ha dedicado hacer las servilletas con las cuales a sacado adelante a sus 8 hijos, todos los días se sienta en una silla a en el patio de su casa y se pone a bordar o tejer sus servilletas las cuales llevan a vender a otras localidades aledañas a Iramuco lugar en el que radica desde hace varios años, María menciona que sus hijas ya no la dejan hacer quehacer por lo que tiene más tiempo para dedicarse a realizar sus servilletas. A pesar de su avanzada edad María teje sin la ayuda de lentes y camina como sin ayuda de un bastón, no aparenta la edad que tiene recuerda con claridad toda su vida a pesar de que hace un tiempo sufrió una caída golpeándose la cabeza por lo que perdió por unos días la memoria la cual ha ido recuperando al paso del tiempo.

En un día puede terminar el bordado de una servilleta, así como tejer las puntas de la servilleta las cuales acude a otras localidades a vender algunas personas no quieren pagar los 100 pesos cantidad en que vende las servilletas, solo le quieren dar 50 pesos ni el costo del material. A decir de María “la vista ya me falla y los oídos ya no escucha bien le doy gracias a Dios que me ha dado tanta vida y licencia”. Las servilletas también las vende en su domicilio ubicado en la calle Madero # 54 de la comunidad de Iramuco.