¿Conoces la historia de la capilla de San Isidro Labrador en Yuriria? Profesor Reynaldo nos la cuenta | Video
Yuriria, Guanajuato.- El profesor Reynaldo Soto Regalado es toda una personalidad en la comunidad de San Isidro y sus alrededores, por ser fundador de lo que hoy es la capilla de San Isidro Labrador, una obra religiosa que busca pertenecer a la ruta del patrimonio cultural y turístico de Yuriria, Pueblo Mágico.
La comunidad es conocida como San Isidro Calera, por estar ubicada frente a la comunidad de Calera, a 23.5 kilómetros al oeste de la cabecera municipal, donde es originario Don Reynaldo, quien en el año 2000 se propuso levantar la capilla que se encontraba tan solo con bardas, sin piso firme ni techo, y hoy es una capilla que no se debe dejar de conocer.
“Cada 15 de mayo es la celebración de San Isidro Labrador. Yo era quien encabezaba el patronato de la fiesta, una gran fiesta que se realiza, pero analicé que todo el dinero que se juntaba era solo para la fiesta, nada para la capilla, a la cual le hacía y le sigue haciendo falta mucho para terminarse. En las fiestas de clausura, los profesores andábamos tapando el techo con costales, sábanas y clavábamos unas palmas en la tierra para el arreglo de la fiesta. Entonces escuché a las catequistas y desde luego que lo vi así, que era necesario tener una capilla en forma”.
Don Reynaldo dijo que platicó con los jefes de familia y acordaron intervenir. Primero, taparían la capilla ya en forma, con loza de concreto.
“Pero ya con techo, con el humo de las velas que se quedaban prendidas todo el día, el techo se tiznó y no se hacía nada, porque los recursos se seguían destinando para hacer la fiesta patronal y decidí salirme de ese patronato, para meterme a la capilla. Desde entonces, todo es trabajar y trabajar y trabajar, para que salgan los recursos. Vendiendo ropa usada. Un día conseguí que la dueña de una papelería en Moroleón donara saldos de la mercancía que ya no vendía; libretas que se hacían viejas, lápices, los que salía a vender. Una vez, alumnos de la escuela me encontraron frente a la presidencia de Yuriria vendiendo. Me preguntaron por qué lo hacía, que era una vergüenza, pero les dije, ando vendiendo, no ando robando”.
Don Reynaldo agregó que portaba una cartulina con fotos de los trabajos que se estaban haciendo en la capilla.
“Tenía suerte, porque se me vendía todo y muy bien la ropa usada que me regalaban y todo era ganancia. También se vendían muy bien los zapatos usados, pero reconstruidos. Iba a las reparadoras que tuvieran la voluntad de regalar zapatos”.
Comentó que un día le regalaron miel, que fue a vender al municipio de Salamanca, pero solo vendió un litro.
“Yo pensé que eran pruebas que Dios te pone, para ver cuánto aguantas. Por ejemplo, quise lavar el techo del tizne, me caí de lo alto, no se me quebraron las costillas, pero pensé que era otra prueba, para saber si es cierto que andaba de verdad reparando la capilla. Entonces me di a la tarea de buscar quién haga los trabajos y llegué con la gente que hace trabajos en las iglesias. Les pregunté cuánto me saldría y en ese entonces me dijeron 350 mil pesos, dinero que ni en la catedral de Morelia lo juntan, dije, pero me dijeron, el trabajo que vamos hacer, es de años, no lo vamos hacer en meses. Me dijeron que primero iban a limpiar todo, después a medio pintar, después a trazar, vamos ir haciendo moldura, pegando, puliendo, pintando la moldura, lijando, dorar las molduras, pulirlas y barnizar, esto es de años, me reiteraron, usted va ir juntando dinero y nosotros trabajando. Además, me dijeron, vamos a trabajar con un contrato que, no está escrito, de palabra, cuando yo dijera ya me cansé, ya párenle, se paran los trabajos y solo se cubre el tiempo que se lleve y material, y desde entonces no paramos, se hizo el techo y lo que sigue, sigue y sigue y lo que va a seguir porque todavía no se acaba”.
El maestro dijo que había vecinos de la comunidad de Yuriria que también apoyaban y que, al ver ya una capilla en forma, ya no querían que hiciera más cosas.
“La gente decía ya no le sigas, esto es lujo, Dios no quiere lujos, pero lo que nos falta es ver otros lugares que están más hermosos que este. Hoy la capilla destaca por su cantera y sus molduras que están cubiertas con hojas de oro. Tuvimos problemitas porque a la gente le daba mucha curiosidad, empezaron a rasguñar y dañar la moldura, hasta que pedimos que no maltrataran, porque además de nada les iba a servir, que con ese oro no les iba a dar para ponerse un diente, no les iba a funcionar”.
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