Irapuato: el limbo de los migrantes
Miles de personas atrapadas en nuestro estado, entre carencias y desesperación, no quieren quedarse aquí. Agradecen la hospitalidad, pero saben que las condiciones de vida en México no distarían gran cosa de lo que viven en sus lugares de origen, del calvario del que huyen.
“Todo esto vale la pena, para ser alguien en la vida, tener un futuro mejor”, asegura Rafael, migrante venezolano, mientras recostado en el piso espera junto a su mujer y su hija un tren que los lleve a la frontera.
German, originario de Honduras, también viaja con su familia. Al preguntarle cómo ha sido su paso por México un nudo en la garganta le obliga a hacer una pausa, que aprovecha para contemplar a la niña sentada a su lado. “Ahí sufriendo, pero ellos son lo que me motiva”, responde por fin.
Rafael y German esperan junto a más de 3 mil centroamericanos que se regularice el tránsito de trenes que desde el pasado martes Ferromex suspendió. Aunque al día siguiente la empresa anunció que se reanudarían operaciones, la mayoría de los convoyes continúan fuera de servicio.
La suspensión busca evitar los frecuentes accidentes que sufren los migrantes al abordar el transporte de carga en sus intentos por llegar al norte del país. Sin embargo, la medida detonó una crisis humanitaria que al momento no ha sido atendida como se debiera, y que puso en pausa el drama que día a día enfrentan miles de personas; pausa que nos permite observar en toda su crudeza el fenómeno migratorio.
El trayecto
Bajo el puente del Siglo XXI en la ciudad de Irapuato, familias enteras esperan. Niños deshidratados, adultos con los pies heridos después de días caminando, mujeres cuidando de todos ellos. Descansan sobre mantas, sobre las mochilas donde empacaron lo necesario para empezar de cero lejos de casa.
“Lo que nosotros podemos hacer a diario, ellos no pueden acceder a ese servicio”, señala Zaccha Vázquez, encargado del Centro de Atención Integral a Migrantes ‘Amigos del Tren’, que ofrece en sus instalaciones atención médica, alimentación y sanitarios. “Es algo que nos está desbordando”, admite.
“Están desesperados, los pararon en Monterrey y nos mandan mensajes, ‘¿qué hacemos? No queremos regresar’. Desde que salen de su país sufren demasiado, nos enseñan videos de la selva, de todo lo que cruzan”, relata Nataly Ríos, integrante del grupo ‘Amigos de los migrantes’ en San Francisco del Rincón.
Son las organizaciones civiles las que han respondido de inmediato, y sin embargo, las que menos recursos tienen.
Otros puntos del país como Nuevo León y la Ciudad de México también albergan a miles de migrantes que quedaron varados. En la capital del país, representantes del refugio Cafemin exigieron ayuda de autoridades locales y del Instituto Nacional de Migración (INM) ante el sobrecupo de sus instalaciones.
La excandidata independiente a la presidencia, Margarita Zavala, denunció abandono e indiferencia por parte del gobierno federal, debido a la falta de apoyo a los albergues.
En el caso de Guanajuato, la Secretaría de Salud envió médicos para auxiliar a los centroamericanos.
Cubrir necesidades inmediatas es sólo un paso en medio de una problemática multifactorial que competería no sólo a los tres niveles de gobierno, sino a instancias internacionales.
Hasta ahora sólo arrojan propuestas y se deslindan responsabilidades. La candidata virtual del Frente Amplio por México a la presidencia, Xóchitl Gálvez, sugirió dar estatus de refugiados a los migrantes, para que puedan trabajar en nuestro territorio.
¿En dónde van a trabajar? El presidente Andrés Manuel López Obrador nos presume como un país sin desempleo y les da la alternativa de colaborar en las labores del Tren Maya. Asimismo, declaró que la cuestión compete a la ONU.
Pero las miles de personas atrapadas en este limbo de carencias y desesperación, no quieren quedarse aquí, donde agradecen la hospitalidad pero saben que las condiciones de vida no distarían gran cosa de lo que viven en sus lugares de origen, del calvario del que huyen.
El destino
‘Alien’, es la palabra que en 2022 el presidente Joe Biden propuso eliminar del vocabulario para referirse a los migrantes. Alienígena, un ente por completo ajeno, ni siquiera una persona, un ser humano.
El país donde mexicanos y centroamericanos buscan realizar sus sueños es hostil desde el lenguaje, desde la concepción de ‘los otros’.
Hace unos meses, Kathy Hochul, gobernadora de Nueva York, abría las puertas de ‘la gran manzana’ a los extranjeros, “los mantendremos a salvo”, decía, y celebraba la riqueza cultural y diversidad que aportan.
Pero en recientes días su discurso cambió. “Tenemos que correr la voz de que cuando vengan a Nueva York no van a tener más habitaciones de hotel. No tenemos capacidad. Lo más inteligente es solicitar asilo antes de salir de su país”, declaró a través de CNN.
¿Hay esperanza? ¿El sueño americano puede convertirse en realidad? Hay señales alentadoras. Las modificaciones al programa de Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), darán a medio millón de venezolanos la oportunidad de trabajar y no ser deportados; esto, por 18 meses.
El gobierno estadounidense ablanda sus políticas migratorias, sí, pero antes de acceder a sus beneficios, antes incluso de poner un pie en aquel país, el trayecto es tortuoso, largo, peligroso. México se ha convertido en otro obstáculo entre los centroamericanos y sus aspiraciones. Ataques del crimen organizado, abusos, extorsión y otras tantas violaciones a los derechos humanos son parte de lo que enfrentan en su viaje. Y aun así, nada los detiene. Pero la ausencia de trenes truncó el sueño de forma abrupta, devastadora.
LO SUPERFLUO: La migración es un fenómeno que se percibe como cotidiano, se normalizó y tuvo que llegar hasta este punto para reconocerlo como una crisis.
LO PROFUNDO: Olvidamos que hablamos de personas orilladas a dejarlo todo, que merecen la dignidad que en sus países no les han podido dar.