Sábado, 14 Diciembre, 2024

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La paradoja del Poder Judicial

Opinión

Óscar Alfredo Silva Ortiz

Una demostración clara de que en México las cosas están cambiando, es que ahora vemos protestando en las calles, a los ministros, a los jueces y secretarios del poder judicial, así como a los líderes de los partidos del PRI y el PAN, señalando que estamos en riesgo de una dictadura. Lo ilógico de dicho argumento es que en el pasado vivimos un presidencialismo autoritario y después de más de 80 años, la historia nos marca que nuestro país, conto con la presencia de un partido hegemónico que ejerció el poder con total autoritarismo, a través de un partido mayoritario que ejercía un control absoluto en las cámaras, con una política clientelar de despensas y apoyos en épocas electorales.

Actualmente vemos como esos partidos que antes ejercieron el poder a través de mayorías construidas con las fórmulas de representación, ahora llamada sobre representación, se han dado cuenta que fue un error, sin que nunca quisieran corregirlo, mientras fueron beneficiarios directos; ahora que ya no les convino, denuncian, gritan, lloran, se desgarran las vestiduras señalando que vamos camino a la dictadura. Siendo que, en una lógica correcta, de allá veníamos, solo que antes, no lo veían. Ni les molestaba, al contrario, bien que les gustaba, y les parecía bueno.

Pobre oposición incongruente, sin proyecto, sin una ideología clara, sin militancia, con escasos simpatizantes, siendo abandonada por la ciudadanía, sin darse cuenta que están muriendo. Por falta de solidez en sus principios y de democracia interna.

Y junto a ellos un poder judicial disminuido, politizado, mostrando sus verdaderos intereses. Apoco creen que el pueblo les va a creer que están luchan por la justicia. Cuando en más de 80 años no les ha importado tener gente encarcelada sin sentencias condenatorias, esperando un juicio justo, cuando tardan en resolver un asunto en más de 6 seis meses, acumulando rezago de expedientes, aplazando las audiencias, buscando como desechar las demandas de amparo, en causales de improcedencia, retrasando el trámite en los engroses, y tantas otras argucias, chicanas judiciales, como el recurso de alzada, que consiste en guardar los expedientes en los cajones de los jueces y secretarios, para que nadie los encuentre, por meses.

No engañan a nadie, cuando mienten y tratan de asustar, diciendo que se va retroceder, a perder la democracia en México. Es claro que la propuesta de elegir a los ministros y jueces, es una propuesta que va enriquecer a la Judicatura, no solo federal, sino local, pues dichos cargos dejaran de ser, solo para una burocracia dorada, para familiares y amigos, intocables. Ampliando su elección a un mayor número de personas que estén capacitadas y cumplan los requisitos establecidos en la Constitución. Convirtiéndose en verdaderos servidores públicos, comprometidos con el pueblo. Los requisitos de elegibilidad, esos siguen ahí no van a desaparecer. Mienten con saña quienes afirman lo contrario. Paradójicamente, la ausencia de lógica en su argumentación es evidente y real, que solo buscan defender sus sueldos y privilegios, su permanencia, de ese tamaño es el miedo que tienen, a vivir fuera del presupuesto, es tan cómodo tener la certeza de recibir su quincena, aun y cuando no trabajen o estén en paro; que se entiende el miedo que les da, tener que trabajar fuera del poder judicial, porque tal vez no sobreviran ni un mes trabajando por su cuenta, van a extrañar esos sueldazos que de recetaban, sin ningún recato. Incluso ganando más que el Presidente de la República. Van a tener que dejar sus privilegios, sus partidas secretas, sus fideicomisos, sus bonos por fidelidad. Entendemos su furia y su coraje, si nosotros estuviésemos en su situación ante la aprobación inminente de la reforma judicial; tal vez también estaríamos muy tristes y desesperados. Gritando como locos en las calles, saltando y cantando haciendo pantomimas, como acarreados, manifestantes primerizos, que no saben ni que intereses realmente están defendiendo. Pero que creen que son una minoría, pues la gran mayoría, la base popular, apenas y gana el salario mínimo. Y aparte ha tenido que soportar por años su soberbia, sus malos tratos, su justicia retardada, su corrupción y nepotismo, que hasta ahora a privado en el Poder Judicial. Por eso, no encuentran eco sus protestas callejeras, ni solidaridad en el pueblo de México, al que siempre menospreciaron y ningunearon.

Solo nos resta decirles a los ministros del poder judicial federal:

Hagan ya sus maletas, “Disfruten lo botado, porque finalmente, se van”. Háganlo sin llorar, muestren un poco de dignidad. No sigan exhibiendo sus contradicciones, mentiras y vergüenzas. Y no traicionen la Constitución, buscando el apoyo de gobiernos extranjeros. Los mexicanos ya decidieron. Respeten la voluntad popular.

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