Una gigantesca X
El pajarito azul ha desaparecido, fue sustituido por una X —por una espantosa X, habría dicho el famosísimo Chabelo—. En un movimiento extraño, Elon Musk, en el pináculo de la excentricidad, decide cambiar de nombre a Twitter y lo sustituye por una incógnita que resulta difícil despejar. Esta estrategia de marketing, por la cual la organización pretende hacer un cambio de imagen de marca y de nombre es una transformación radical que le corta las alas a una de las redes sociales más populares y sólidas que la puede dejar a la deriva. Sentí feo ver que la aplicación se actualizó y desechó una imagen tan conocida y aceptada para sustituirla por un tache, me remitió a los tiempos de la escuela.
La sustitución del famosísimo pajarito azul no supone sólo una alteración del concepto o esencia de la marca, ni una ligera variación en el logotipo, de la tipografía los textos, sino que refleja la nueva forma de desempeñar el trabajo que Elon Musk quiere reflejar. Adiós a lo viejo y que venga lo nuevo. Una estrategia de esta envergadura es como un incendio, implica destruir para construir de cero. Como usuarios, nos queda observar y cuestionar lo que se lleva haciendo hasta el momento e intentar comprenderlo.
El rebranding, como se conoce en mercadotecnia a este tipo de estrategias de negocios no es nuevo ni Twitter es la primera organización en someterse a estas transformaciones. Coca-Cola paso a ser Coke, Netflix modificó su logotipo y Burger King lo ha hecho recientemente. En redes sociales, las reformas que Instagram hizo con su imagen son conocidas. Lo que uno se pregunta es cuál es el objetivo que X —antes Twitter— pretende alcanzar al abandonar una imagen reconocida y con tantas afiliaciones, porque son muchos los riesgos que se corren.
Por lo general, este tipo de metamorfosis se dan cuando una marca ya no está vendiendo tanto, cuando ya dejó de ser popular y necesita un empujoncito para retomar el lugar que ocupaba en el mercado. Es decir, si una marca ha perdido prestigio, si el mensaje que comunica ya no conecta con su consumidor meta, si ya no vende, entonces hay que hacer una intervención que le ayude a recuperar lo perdido. No parece haber sido el caso de Twitter.
Con Twitter nació una nueva forma de comunicarse. Tan novedosa fue que hasta se convirtió en verbo y sustantivo. El tuit y tuitear se hicieron parte del lenguaje de todos los días de una gran porción de los seres humanos que habitamos la Tierra en el siglo XXI.
En un diagnóstico eminentemente técnico, Twitter no necesitaba un rebranding. La red social, antes de la mutación, tenía una base nutrida de usuarios, seguía siendo una alternativa muy popular, vamos le iba bien. No obstante, después de que Elon Musk la compró ha habido una serie de fallas y pifías que han afectado a la organización. Apagones, presentaciones que no dan los resultados esperados, eventos en vivo que fallan y la lista sigue corriendo. La última ocurrencia fue quitar del edificio sede de la compañía que está en San Francisco, el anterior anuncio de Twitter y sustituirlo por una X luminosa y brillante que no deja dormir a los vecinos del barrio.
Muchos cibernautas se han solidarizado con las personas afectadas por la gigante 'X' de Elon Musk, quien no se había manifestado para darles una solución. Al poco tiempo, la enorme letra fue removida, lo que ahora nos lleva a cuestionarnos si eso no es una premonición de aquello en lo que se convertirá la insignia de la empresa que el millonario compró tras pagar de cuarenta y cuatro millones de dólares.
Fue triste, primero los usuarios de dispositivos Android vieron que el ícono de la aplicación de Twitter cambió. Pasó de ser un pájaro azul a una 'X' de color negro. Por su parte, los de iPhone y iPad le dieron lata a Musk, también cambiaron el nuevo logo, pero con la diferencia de que siguió el nombre antiguo debido a que App Store no acepta denominaciones tan cortas o menores a dos letras. La novedad es que ya amanecimos con la X.
En mi condición de usuaria de la red social, ya no sé cómo denominarla. Me gustaría referirme a ella con su anterior nombre y eso sería situarme en la obsolescencia, pero al obedecer al cambio, siento que estoy traicionando al pajarito y eso me hace sentir que merezco un tache. No sé. Me temo que el señor Musk es el que se merece una gigantesca X.