Factores de protección ante la violencia en la infancia
La violencia contra las niñas y niños ha estado presente a través de la historia de la humanidad. En la actualidad se tiene identificados los factores de protección y riesgo ante dicha violencia. Es importante conocerlos para promover los primeros y prevenir la aparición de los segundos.
En cuanto a los factores generales que aportan protección, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud y Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y Abandono de los Niños, podemos encontrar los siguientes:
Una vinculación sólida del niño o niña con un familiar adulto, una buena atención de los padres durante la infancia, alejamiento de los círculos de delincuencia o del abuso de sustancias, ausencia de tensiones causadas por abusos, vivir en comunidades unidas por una fuerte cohesión social, un ejercicio correcto de las funciones parentales y la utilización de técnicas disciplinarias positivas sin castigo físico ni humillante.
Algunos factores de protección en el ámbito familiar son:
- Parentalidad que estimula la autoestima y la confianza en sí mismo.
- Relación positiva y afectuosa de la niña o niño con uno de sus progenitores por lo menos.
- Capacidad de la familia para reconocer la existencia de algún problema y ver que éste afecta a las hijas o hijos.
- Aceptación de la responsabilidad parental en las dificultades y permeabilidad al cambio.
- Actitud de confianza hacia los profesionales que pueden brindar ayuda.
La comunidad también suma o resta al bienestar de las niñas y niños. En el caso de los factores de protección en este entorno encontramos: la existencia de redes de contención, la presencia de personas adultas significativas de confianza, un entorno en el que no está naturalizada la violencia como modo de relación, entre otros.
Los servicios profesionales que ofrecen las instituciones públicas y privadas son pieza fundamental para la protección contra la violencia hacia las niñas y niños. Algunos de estos factores de protección son:
- Establecimiento de la prioridad del interés superior de la niñez en su actuación.
- Establecimiento de acuerdos pactados con las familias, respetando sus puntos de vista, con participación de la niña o niño según su edad y situación.
- Ejercicio profesional basado en el respeto a las familias y a las y los profesionales con quienes que se debe trabajar en equipo.
- Organización de una atención interdisciplinaria adecuada, coherente y centrada en la niña o niño.
- Definición clara de funciones y responsabilidades.
- Sistemas de coordinación interinstitucional operativo y ágil.
- Programación de sistemas de seguimiento y evaluación.
- Disponibilidad para la revisión de los acuerdos.
- Formación teórica, técnica y ética de las y los profesionales.
- Motivación favorable de las y los profesionales, confianza en los sentidos de su actuación y en las posibilidades de cambio y mejora por parte de la familia.
- Presencia de un marco normativo claro que oriente las actuaciones.
- Definición, divulgación y ejecución de políticas públicas responsables, comprometidas con el cuidado y garantes del respeto a los derechos de la niñez.
- Recursos profesionales suficientes y competentes para la actuación en los diferentes niveles de atención a la niñez.
La doctora Ana María Arón, profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Santiago de Chile, nos recuerda que “la responsabilidad social que deriva de percibirnos no como individuos aislados sino como parte de una red humana más amplia en que cada uno es responsable por las otras y los otros, especialmente por los miembros más débiles y vulnerables del tejido social, es justamente lo que ha permitido que sobrevivamos como especie”.
Potenciar los factores de protección es una responsabilidad comunitaria y una labor fundamental para que las niñas y niñas tengan un sano desarrollo.
Gaudencio Rodríguez Juárez
Psicólogo / [email protected]