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Kalimán, el caminante solitario que deja rastros de poemas en Guanajuato

Kalimán, un misterioso caminante solitario que recorre las calles de Guanajuato, deja rastros poéticos y crípticos, generando leyendas 
Guanajuato

Héctor Almaguer

Kalimán, el caminante solitario que deja rastros de poemas en Guanajuato Kalimán, el caminante solitario que deja rastros de poemas en Guanajuato

Kalimán en Guanajuato. Foto: Héctor Almaguer

Guanajuato, Guanajuato.- Entre los callejones, plazas y túneles de Guanajuato, hay una figura que deambula día y noche, habitante de ningún lugar y andante de todos lados. Va con el alma suelta y los bolsillos vacíos…

Es un caminante solitario que a todos observa, pero que pocos ven. Le dicen Kalimán, como el héroe de las radionovelas antiguas, quizá porque, si alguna vez lo escuchas hablar, algo dirá al respecto, antes de decir a gritos que te quiere matar…

Para muchos, es simplemente un vagabundo; para otros, es parte del paisaje, una especie de trovador perdido que va dejando rastros de una locura poética que solo él comprende.

 
Es un caminante solitario que a todos observa. Foto: Héctor Almaguer

Con su ropa sucia y andrajosa, pasos tambaleantes y una mirada casi perdida, recorre los adoquines. Todo es parte de su universo privado. Cuando uno trata de hablar con él, dice llamarse Ricardo y tener 32 años, aunque aparenta varios más. Si se le pregunta dónde vive, se queda callado. Sin embargo, habitantes viejos de la Cañada dicen que se llama Alberto Rodríguez, que nació en 1969 y que aseguran está más cuerdo de lo que se podría pensar.

Entre los estudiantes de la Universidad de Guanajuato, hay leyendas sobre el Kalimán. Algunos dicen que, de joven, estudió matemáticas avanzadas en el CIMAT y, al intentar desentrañar los secretos del universo, perdió la razón. Otros más afirman que fue filósofo en Valenciana y que, entre las sentencias de Kant y los razonamientos de Schopenhauer, extravió el juicio.

Entre los transeúntes de una ciudad asediada por los visitantes y los foráneos, nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Su manera de perderse en las palabras, de llenar hojas con frases crípticas, de mirar el cielo como si allí encontrara las respuestas de un universo que nosotros no alcanzamos a ver, hace pensar si acaso es uno el loco y no él.

 
Con su ropa sucia y andrajosa, pasos tambaleantes y una mirada casi perdida, recorre los adoquines. Foto: Héctor Almaguer

Escribe sin parar; siempre tiene pluma y papel, garabatos, símbolos sin significado aparente, como si se tratara de un idioma antiguo, un dialecto que solo él domina. Kalimán escribe para sí mismo y, en su delirio poético, va dejando fragmentos de sí mismo por toda la ciudad.

Sea como sea, en un lugar como Guanajuato, lleno de bohemios, artistas y románticos, la figura del Kalimán da un toque más de encanto a la vida.

 

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